El sol radiante que caracteriza a la capital larense, la ciudad crepuscular de Venezuela, brilló en los rostros multicolores sin distingo alguno. Jóvenes, niños, ancianos, discapacitados, ricos y pobres, plenaron la avalancha del triunfo de Lara. Un acto político que fue demostración de fuerza desplegada desde la Carrera 19 con la calle 51, hasta más allá de diez largas cuadras, y que se convirtió en grito gigantesco cuando Manuel Rosales apareció en la tarima, levantó sus brazos "para abrazarlos a todos ustedes", dijo, "y agradecerles su apoyo, como el que ayer me diera toda Caracas, de punta a punta".
La concentración alegre y decidida de barquisimetanos superó las estimaciones de los organizadores de la avalancha de seguidores de Manuel Rosales en esta ciudad. "Esperábamos miles", explicaron, "pero aquí se concentró una multitud como nunca antes en cualquier campaña electoral en todo el siglo XX y lo que va del XXI". Y remitían a la prueba viva: la larga marea humana que se desprendía desde la tarima ubicada en un cruce vial de mucha importancia en el centro capitalino.
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