Es la noche del jueves 7 de noviembre. El aforo del estadio Universitario está en su límite máximo: 20 mil 148 personas. Es el encuentro de los Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes. Los gritos y vivas de los fanáticos de cada equipo, siempre rivales, presagian unas horas llenas de emoción y tensión.
Sin embargo el concurrido partido tendría un giro inesperado para los asistentes. Cerraba el cuarto inning, bateaba Magallanes que tenía gente en base y amenazaba con anotar más carreras, cuando la bulla sube hasta el cielo, pero no solo por los seguidores de los turcos, sino por todas las personas que se encontraban en el coso.
Aunque en ese momento no había ninguna situación de juego que ameritara tal grado de excitación, la gente empieza a pararse de sus asientos y grita al unísono ¡Atrévete!, ¡Atrévete! al divisar que entraba por uno de los pasillos el candidato de la unidad nacional, Manuel Rosales.
Ninguna final precisamente del Caracas Magallanes fue tan efervescente como los siete minutos de ovación cerrada que recibió el candidato a presidente de Venezuela, quien sin proponérselo “consiguió con una sola entrada lo que con todas las entradas de un estadio ya no conseguirá el candidato a la reelección”, como lo declaró Leonardo Blanco, uno de los asistentes al estadio.
Un grupo de fanáticos quiso explicar lo que, en su opinión se vivió anoche en el estadio Universitario, coincidiendo en señalar que “Chávez tiene todas las entradas y Rosales obtuvo todos los aplausos”.
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